Soy Fernán y tengo 34 años.
Participo de uno de los grupos de autogestores
del Centro Ocupación San Ginés de Albacete.
Para mí, el día 28 de abril
fue un día muy especial.
Llevaba sin poder votar mucho tiempo.
Me llenó de emoción el día
que mis padres y los compañeros del Centro Ocupacional
me dijeron que podía votar.
Fue gracias a una nueva ley
que nos permitía participar en las elecciones
a todas las personas por igual.
Recuerdo que el día de antes,
dejé todo preparado
para que el domingo nada pudiera salir mal.
Preparé mi voto y lo guardé en su sobre correspondiente.
Revisamos el censo
para asegurarnos de dónde
teníamos que votar.
Incluso preparé la ropa que me iba a poner.
El día 28 de abril
me levanté con una ilusión tremenda.
Para mí era muy importante
saber que formaría parte
de todas las personas que votaríamos ese día.
Me levanté, desayuné, me duché y me vestí,
cogí el sobre y lo guardé muy bien
en uno de los bolsillos de mi bandolera.
Fui acompañado con mis padres.
Tengo la gran suerte
de que el colegio electoral donde yo votaba
estaba situado a menos de un minuto de mi casa.
Enseguida llegamos.
Me llamó la atención
ver a todo el mundo tan elegante.
Mis padres me ayudaron a saber
en qué mesa tenía que votar.
Cogí mi sobre y me puse a la cola.
No tuve que esperar mucho
porque no había mucha gente.
Mis padres me acompañaron en todo momento.
Cuando llego mi turno,
di mi nombre y entregué mi DNI.
Eché los sobres en cada una de las urnas
con la ayuda de las personas
que estaban en la mesa.
Cuando salí del colegio sentí una emoción tremenda.
Había votado.
Y mi decisión iba a formar parte
de quien sería nuestro nuevo presidente.
Me fui a casa y me puse a ver
los debates en la televisión.